Bolas de cristal versus Coaching
Bolas de cristal versus Coaching
¿Dónde comprar la bola de cristal? Estoy pensando en montar una tienda de bolas de cristal, bolas de cristal que lean la mente, me digan lo que la otra persona me quiere decir.
¿Me comprarías una bola?
El otro día uno de mis sobrinos me decía “tita, a las chicas, no hay quien las entienda, ¿me dice que le gusta el chocolate y yo por eso tengo que entender que “le tengo que dar un poco”? y ¿por qué no lo pide?, a lo que ella le contesta, es que si yo te digo “me gusta el chocolate, tú tienes que entender que me des un poco”, “si te lo pido yo directamente, no vale”.
Y aquí empieza la locura, los malentendidos, las frustraciones y el cansancio de intentar averiguar qué tiene el otro en la cabeza, y del otro que se siente incomprendido, y que nadie le entiende.
¿Te suena esta situación, te has sentido o te sientes así?
A menudo, nos cuesta ser directos en nuestra comunicación, decir, expresar de forma clara y directa lo que queremos, necesitamos, debido a una manta de creencias que nos dicen internamente:
“Si me conoce, debería de saberlo”.
“Si me quisiera, ya tendría que saberlo”
“Es que es evidente, ¿pues qué voy a querer?”
“Es que estas cosas no se piden, se dan o no se dan, pero no se piden”.
“Te tiene que salir, si yo te lo pido, ya no vale”
“Ya llevamos mucho tiempo juntos, ya debería de saberlo”.
“Espero que…”
“Sería interesante que alguien…”.
Aquí ocurren dos fenómenos, por un lado, la personas que viven desde las “expectativas” de que el resto de mundo ha de averiguar y saber lo que quiere y necesita, haciéndose víctima y no haciéndose cargo de lo que quieren, de sus necesidades, deseos y esperan que los demás se los vayan resolviendo.
Y por otro lado, los que viven su vida con la carga y responsabilidad de tener que entender a las otras personas en todo momento, que hacen un sobre esfuerzo constante por entender y complacer al otro.
Y se sigue reliando el lío, ya que uno no dice y el otro sigue intentando averiguar qué quiere el otro, a veces acertando, y a veces sin acertar.
¿Qué tal decir aquello que queremos, aquello que necesitamos de forma clara y directa? Haciéndonos cargo de nosotros mismos.
¿Qué tal diferenciar entre lo que espero, mis propias expectativas, de mis peticiones directas? Y darle salido a mis deseos, expectativas a través de peticiones concretas y conversaciones directas y transparentes.
El coaching nos enseña la diferencia entre las expectativas y las peticiones en nuestras conversaciones diarias, nos muestra herramientas para comunicarnos de forma directa, dejando a un lado las creencias que perpetúan sistemas de relación insanos; y nos ayuda a transformar las creencias que nos dificultan la comunicación directa, por creencias que nos permitan hacernos cargo de nosotros mismos, y mantener relaciones de igual a igual.
¿Desde dónde te relacionas, desde las expectativas o, desde la comunicación directa?
Elena Polidura